domingo, marzo 13, 2016

TEATRO. “Arte Nuevo”. (Un homenaje). "La (sin)razón de la existencia".

Cargamento de sueños, de Alfonso Sastre.
El hermano, de Medardo Fraile.
Con: Miguel Ángel Muñoz, Gary Piquer, Ana Carlota Fernández, Ana Fernández e Irene Pozo.
Diseño de escenografía: Sebastià Brosa.
Diseño de vestuario: Lourdes de Orduña..
Dirección: José Luis Garci.
Madrid. Teatro Español.



Alfonso Sastre se ha caracterizado por su inconformismo radical ideológico y estético. Infatigable escritor y polemista, ha impulsado desde su escritura dramática, desde sus manifiestos y desde su obra teórica la transformación de las estructuras teatrales en la España del pasado siglo, siendo uno de los autores españoles de la contemporaneidad que más ha hecho por incorporar a nuestra escena el teatro épico de Bertolt Brecht. Durante los primeros años cuarenta fundó junto a Medardo Fraile (y otros autores, como Alfonso Paso, José María Palacio o José María del Quito) el grupo Arte Nuevo con la pretensión de transformar una escena que languidecía bajo los embates de la censura y del cierre de fronteras a las profundas transformaciones que estaba experimentando el arte dramático en el exterior. Este montaje de José Luis Garci pretende justamente homenajear a aquellos pioneros que lucharon por mejorar la condición de la escena en tiempos en que tal actividad resultaba incluso peligrosa.

La primera de las obras que forma parte de esta sesión doble es Cargamento de sueños. Pertenece junto a Uranio 235 o Prólogo patético, a la época de Arte Nuevo, primera etapa de la producción dramática de Sastre caracterizada por su reflexión existencialista. Se trata de una hermosa parábola sobre la soledad y sobre las dificultades del hombre contemporáneo para encontrar una razón a la existencia. En “una encrucijada cualquiera del viejo continente europeo” -señalizada curiosamente con un indicador de dirección rotulado en alemán con la palabra “EWIGKEIT”, que significa “eternidad”-, Man, un vagabundo próximo a la muerte, tiene un encuentro fortuito con Jeschoua, un afable y misterioso desconocido, que consigue traer paz a su espíritu atribulado por un horrendo crimen cometido años atrás y por el que no ha conseguido experimentar arrepentimiento. El hermano, de Medardo Fraile, la segunda de las obras incluidas en este montaje, es un vívido apunte del natural en el que con pinceladas diestras el autor nos describe a una familia del común en la intimidad, descorriendo sutilmente los velos que nos permitirán descubrir un secreto inconfesable de la relación entre los hermanos. Aunque vertida en un esquema formal distinto, más afin a los patrones del teatro realista en ciernes (su parentesco con su coetánea Historia de una escalera, de Buero Vallejo, es evidente) esta breve pieza, como la de Sastre, descubre en personajes cotidianos la dimensión trágica otrora reservada a caracteres excepcionales.

El acercamiento a ambas piezas por parte de este contador de historias que es Garci se produce desde la nostalgia y en cada detalle del montaje, desde el tratamiento del espacio escénico y sonoro hasta en la dirección de actores su trabajo desprende una cálida vaharada de cordialidad y un intenso halo poético que cautivan al espectador. Y se advierte en ambos casos una perfecta concordancia entre la forma de construir los personajes y el estilo de la puesta en escena, de corte más simbólico la primera frente al explícito realismo de la segunda. El ritmo pausado -un tanto más vivo en El hermano- permite a los actores explayarse e indagar en el rico universo psicológico de los personajes ofreciéndonos una más que sobrada dosis de esa “verdad” escénica que perseguían los stanislavskianos. Miguel Ángel Muñoz, Gary Piquer y Ana Carlota Fernández hacen doblete. El primero es un angustiado Man, maltratado por la vida, corroído por la culpa y la desesperanza, un ser desorientado, como sonámbulo, que apenas si se reconoce a sí mismo que vive su experiencia con Jeschoua como si fuera un sueño del que no quiere despertar. En la obra de Medardo Fraile encarna a Pedro, el hermano, un joven osco y reconcentrado, su tono imperioso oculta a duras penas una cierta inseguridad en sí mismo y la incapacidad de controlar sus emociones; hay en él, como en su hermana Lucía (Ana Carlota Fernández) una extraña y ambigua complicidad que va más allá del cariño entre hermanos; ella parece mucho más insegura y vulnerable. Gary Piquer, en esta misma obra, es un padre despreocupado, maestro en contemporizar y en eludir sus responsabilidades, sus intentos de resultar agradable y comprensivo no ocultan su carácter autoritario. En Cargamento ... es Jeschoua, una suerte de clochard atildado, de venerable cabellera, mirada profunda, palabra justa y ademanes corteses, ungido, parece, de poderes extraños, irradia mansedumbre y dulzura. Ana Fernández, por último, hace un memorable trabajo en su brevísimo papel de Madre, en la pieza El hermano; solícita, tierna, complaciente, emociona hasta las lágrimas en su intento infructuoso de que su hijo se sincere con ella.

Gordon Craig.


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