miércoles, octubre 20, 2010

TEATRO. Días estupendos. "Recuerdos de cartón piedra".


De Alfredo Sanzol.
Con: Paco Deniz, Elena González, Juan Antonio Lumbreras, Natalia Hernández y Pablo Vázquez.
Dirección: Alfredo Sanzol.
Madrid. Teatro Valle-Inclán. Sala Fracisco Nieva.



Recuerdo que lo peor con mucho de las películas de Samuel Broston eran los decorados de cartón-piedra. Cuando los proyectiles hacían pedazos las murallas de la ciudad en la legendaria 55 días en Pekín, por ejemplo, aun para la despierta imaginación de quienes teníamos entonces trece o catorce años y estábamos descubriendo el cine, ver rodar esos falsos sillares de cartón constituía una enorme decepción y ya desde esa etapa inicial de nuestra formación como espectadores desarrollamos un instinto especial para detectar lo falso, lo inauténtico que no ha dejado de agudizarse con el tiempo.



No se en virtud de qué libre asociación de ideas me viene esta imagen a la cabeza al abordar el comentario de esta última entrega de Alfredo Sanzol que puede verse estos días en el teatro Valle-Inclán, pero el caso es que por más vueltas que le doy a este montaje no puedo sustraerme a esa misma incómoda sensación de desencanto. Y es que en el teatro no hay nada más artificioso que la naturalidad extrema, la pretensión inútil de reproducir fielmente un entorno físico, por muy hermoso que sea (la torre de Segismundo o las murallas por donde se paseaba el fantasma del padre de Hamlet también fueron una vez de cartón piedra, pero el teatro hace tiempo que se ha liberado de la exigencia de falso realismo), o la objetivación de la fisonomía, el movimiento, los ademanes, o el lenguaje de los personajes hasta borrar cualquier diferencia entre ellos y los actores de carne y hueso, por muy descabellados o rocambolescos que sean su comportamiento y los episodios que protagonizan.



Sería demasiado severo, y hasta injusto, afirmar que no hay nada auténtico en estos episodios superpuestos de manera caótica e inopinada que constituyen la base del espectáculo; todos ellos conectan de un modo u otro con elementos de nuestra propia experiencia que también nos asaltan en forma de recuerdos sin que podamos hacer nada por evitarlo; algunos tienen el sabor agridulce de la nostalgia, otros denotan incluso cierto ingenio para la parodia y en algunos hay destellos de una reflexión genuina y desencantada sobre la juventud, la vida en pareja, la amistad o sobre las múltiples trampas de la existencia, pero en su conjunto, como digo, el planteamiento de los temas tratados no consigue escapar del círculo vicioso de los lugares comunes.

En fin, hemos visto trabajos mejores de Alfredo Sanzol, por ejemplo su puesta en escena de La cabeza del bautista de Valle, la temporada pasada, pero este montaje parece más propio del Club de la Comedia que de la sede un Centro Dramático Nacional.

Gordon Craig.

CDN. Días Estupendos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querido Gordon. No te has enterado de nada.