lunes, marzo 22, 2010

TEATRO. Shakespeare para ignorantes. "El mundo como burdel".


De Quico Cadaval y “Mofa e Befa” a partir de textos de William Shakespeare.
Con: Quico Cadaval, Evaristo Calvo y Víctor Mosqueira.
Dirección: Quico Cadaval.
XV Muestra de Teatro de las Autonomías.
Círculo de Bellas Artes. Madrid. 19 de marzo de 2010.


Han sumado sus fuerzas para poner en pié el montaje que comentamos el actor, guionista y narrador Quico Cadaval (que además asume la dramaturgia y dirección del mismo) y el ñaque formado por los también actores gallegos Evaristo Calvo y Víctor Mosqueira: el primero aporta a la empresa su larga y fecunda experiencia en el difícil arte de la narración oral y los segundos la suya propia de cómicos de la lengua pletóricos de recursos de la mímica y de la expresividad corporal y verbal.

El planteamiento del espectáculo parece sugerente y se inspira quizá en una de las obras glosadas: Pericles, príncipe de Tiro, en la que también aparece un narrador o presentador. Arranca con un tipo con aspecto de profesor universitario despistado (Quico Cadaval), sentado a una mesa frente a los espectadores, que se dispone a dictar una conferencia sobre la profunda significación de la obra del dramaturgo inglés. En un tono marcadamente irónico y jocosamente insolente que hace las delicias del respetable, el conferenciante discurre sobre la pertinencia de estudiar las actitudes y el comportamiento de los personajes shakespirianos en tanto que paradigma de vicios y de virtudes, de credos, de sentimientos y de deseos y espejo en el que mirarse para comprender mejor nuestras propias creencias, instintos e inclinaciones. Para proporcionar un soporte, digamos, práctico a sus afirmaciones recurre a la presencia de una pareja de cómicos ambulantes de menguadas luces que irrumpen en la escena a poco de comenzada su alocución y que van a encargarse de representar las escenas a las que se refiere el profesor.


Siguiendo la estela de Villanos (una espléndida serie de monólogos que hizo hace unos años Steven Berkoff sobre los personajes más granujas de Shakespeare) e influido quizá por la tremenda sátira de la corrupción de las sociedades capitalistas (¡ah la gauche divine) que hizo Brecht en La ópera de tres peniques, Cadaval y compañía enderezan también por la senda de la sátira, o quizá meramente del sarcasmo, para traer a escena un variado muestrario de personajes que representan el lado más abyecto y depravado de la condición humana (“el desorden vital de lo humano”, Bloom dixit), una descorazonadora y nihilista visión de la sociedad como burdel. En defensa de esa tesis realizan un recorrido, cierto es que fragmentario y un tanto amañado, todo hay que decirlo, por algunas de las obras menos conocidas y representadas del bardo, rescatando alguno de los personajes más siniestros y atrabiliarios, como los sicarios que Ricardo III manda para liquidar a Clarence, o el déspota e incestuoso Antíoco el Grande de Pericles, principe de Tiro, o el patético cornudo Póstumo, de Cimbelino, o el verdugo Pompeyo y el concupiscente y sin escrúpulos Ángelo de Medida por medida. Así cómodamente sentados en la butaca podemos asistir al espectáculo de la lujuria, de la inmoralidad, del ansia de poder, de las más bajas pasiones humanas, en suma, y disfrutar vicariamente de ellas.

El juego de la provocación funciona al principio -sustentado en el verbo fluido y ocurrente del narrador y en sus comentarios salaces sobre esos aspectos de la naturaleza humana que hemos mencionado-, mientras se mantiene un equilibrio ponderado entre la voz incisiva e irónica del conferenciante y las secuencias representadas en clave paródica por la pareja de intérpretes, que se desdoblan en una multiplicidad de personajes a cual más pintorescos e inverosímiles. Pero pasado el clímax de la obra, que coincide con el espléndido soliloquio de Póstumo (Cimbelino, acto II) tras las pruebas concluyentes de infidelidad de Imogena que le presenta Iachimo, la tensión decrece, casi podríamos decir, que se despeña, irremisiblemente, a medida que el mensaje del narrador se torna más y más reiterativo y los personajes representados se van reduciendo a burdos remedos de las criaturas shakespirianas.

Con todo hay que decir que se trata de un inteligente divertimento que, entre chanzas, burlas e interpelaciones ingeniosas desvela algunos de los aspectos más sórdidos de nuestra personalidad, una parte de ese lado oscuro al que no podemos asomarnos sin vértigo y sin repugnancia. La representación discurrió entre carcajadas y terminó con un prolongado aplauso.

Gordon Craig.

XV Muestra de Teatro de las Autonomías.


1 comentario:

chuliMa dijo...

Estas son las que me gustan a mi...

Saludos majoo