miércoles, octubre 15, 2008

TEATRO. EL RINCÓN DE GORDON CRAIG. Maniquís. "Ni sufrir ni gozar (...) perfección de la línea".

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De Ernesto Caballero.
Con: Carina Garantivá, Arantxa Martí, Julia Mopyano, Alexandra Nicod y Ainhoa Santamaría.
Dirección: Ernesto Caballero.
Madrid. Teatro Arenal. 14 de octubre de 2008.



Al presenciar este espectáculo de Ernesto Caballero se me viene a la cabeza un poema de Pedro Salinas -creo que de El contemplado-, que siempre me ha fascinado, porque proporciona una visión nítida y estremecedora del destino del hombre moderno que ha resultado profética. Está “ambientado” en Nueva York, la nueva Civitas Dei agustiniana, y con su habitual finura y elegancia el poeta va repasando en leves dísticos asonantados, diversos aspectos de la vida en la gran urbe allá por los años cincuenta, evocando las oficinas, los cines, los rascacielos, los crepúsculos y el apresurado y errático hormigueo de sus avenidas y bulevares; y casualmente, se detiene también en los escaparates de unos grandes almacenes donde:

Los maniquíes su lección ofrecen,
moral desde vitrinas;
ni sufrir ni gozar, ni bien ni mal,
perfección de la línea.


Parece que Ernesto Caballero hubiera percibido también esta desoladora metáfora de la deshumanización que representan estos maniquíes, pero antes de caer en una actitud contemplativa y pesimista ante tan irrevocable constatación opera un radical cambio de perspectiva insuflando en estas inexpresivas muñecas de cartón plastificado justamente el deseo de vivir, de gozar, de sufrir, de sentirse humanas, en definitiva, por unas horas, las que dura un viaje fantasmal, nocturno, por las restantes plantas deshabitadas de los grandes almacenes.

Tentado por la alegoría (véase, su reciente montaje Auto) y preocupado por los conflictos cercanos (como el culto a la belleza corporal en Un busto al cuerpo) escribe Ernesto Caballero una parábola cuyo sentido último se nos escapa, aunque se advierte una mirada nostálgica por el hombre (la mujer) adánico, candoroso, anterior a su expulsión del paraíso, así como una reflexión sobre la pesada carga de la consciencia, de la que quiere desprenderse a toda costa Mari Claire, incapaz de soportar su anonadante tiranía.

Una puesta en escena pulcra de José Luis Raymond y un espléndido trabajo corporal que confiere una extraña verosimilitud a la manera de moverse y comportarse de estas “princesas tetrapléjicas” como las denomina el vigilante nocturno, nos traslada a un universo hiperreal, como de pesadilla, aunque matizado por el tono humorístico general de la obra y la leve ironía con la que el autor fustiga nuestras veleidades consumistas; pero ya digo, en un tono nada hiriente, ingenuo, casi lírico que evidencian al niño grande que hay en el director de inolvidables trabajos recientes, como los Sainetes, de D. Ramón de la Cruz, o el inteligentísimo último montaje sobre textos de Mihura que ya hemos reseñado.

Gordon Craig.
14-X-2008
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Maniquís. Metropoli.

1 comentario:

chuliMa dijo...

Andaaa, el mismo tipo q yo..jajaja..Aunque yo no toy tan torcia.

Shaluditos majete